Sol radiante, luna silenciosa



Sucedió una noche, en el pueblo donde yo vivía cuando era niña; la luna debería estar llena y hermosa, pero esa vez ni siquiera se mostró.
Así mismo, las aves nocturnas, como los búhos, dejaron de volar y ya no se escuchaba su ulular.
Distintos animales, de los cuales la noche era su amiga, tan solo siguieron durmiendo.
El silencio y la calma que a esas horas reinaban, fue remplazado por una alegre melodía.
La gente ya no era capaz de soñar a la hora de ir a dormir.
Por último, el oscuro cielo cada día alcanzaba una tonalidad más clara.
Tarde o temprano, lo que conocíamos como noche dejaría de existir.

Recuerdo como un aventurero que casualmente había llegado a mi pueblo un mes tras el accidente, dijo que buscaría al culpable de todo esto. Hizo que toda la gente se reuniese en la plaza central y no tardó en reconocerlo, se trataba de un muchacho de casi su misma edad.

Cuando el aventurero lo interrogó, le preguntó:
–Porque le has robado la luna a estas personas.
A lo que el culpable respondió:
–Mucha gente le teme a su presencia.
–Pero también hay quienes disfrutan de su compañía –Dijo seguro de sí mismo el aventurero-. ¿Por qué le has prohibido su salida a los animales de la noche?
–El rechazo que se tiene por estos seres, su horrendo ulular, sus terribles fauces… Es evidente porqué lo hice.
–Hay quienes adoran a estos animales. Además, ellos tienen todo el derecho a salir y despertarse durante las oscuras horas, después de todo les pertenece. ¿Por qué robaste el silencio de la noche, la oscuridad y los sueños?
–El silencio y la oscuridad conllevan tristeza y temor, miedo a estar solo, por eso los remplacé por una melodía que haga olvidar a todos que esto existe. Así mismo, los sueños conllevan pesadillas, por eso los borré.
–La gente también necesita estar sola, sin ningún sonido que la moleste, muchas veces esto es una gran compañía. Por otro lado, si existe la luz, también la oscuridad lo tiene que hacer, ¿le estas robando a los nocturnos animales, lo más preciado que tienen? Además, ¿quién no ha tenido un buen sueño? Siempre hay uno del cual no quieres despertar y que, tras hacerlo, añade una cierta felicidad a tu día, aunque sea algo espontaneo.
Ambos, el aventurero y el culpable se miraron fijamente. Entonces, el primero hizo su pregunta final.
–¿Por qué te alejaste de mí?
–Los hermanos a veces se pelean.
–Pero también comparten buenos momentos juntos.

Sin decirse una sola palabra más, ambos se marcharon del pueblo juntos. Al día siguiente, todo lo que habíamos perdido regresó.

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