Los ojos del búho (segunda parte)
En el firmamento, la luna aún brillaba junto a las estrellas.
Vi como el búho me llevaba hacia la mansión más grande de la
ciudad. Surcó sobre su gran jardín, que más podría ser un enorme parque, con la
diferencia de que era solo propiedad de unas pocas personas.
Agitó con suavidad sus alas y se paró sobre una alta rama. Como su
visión fuese la mía, observé hacia una de las ventanas del enorme hogar, lo que
había detrás era una sumamente lujosa habitación y acostado en la lujosa cama,
mirándonos expectante, había un niño de mí misma edad.
-Él es quien cambiará de lugar contigo –me dijo el búho-, a
diferencia de ti, que buscas estar junto a una familia adinerada, este detalle no
es uno que le importe. Sus padres no le prestan atención, ni siquiera piensan
en su propio hijo, están demasiado ocupados en cualquier otra cosa y casi nunca
se encuentran en la casa. Es por eso que, a cambio de darte toda su fortuna, le
otorgaras a tus amorosos padres.
Mi visión salió disparada del cuerpo del búho y como si de un rayo
de luz se tratase, entró en los ojos de quien nos observaba con tanta esperanza.
Cuando desperté lo primero que hice fue mirar mis manos, luego
corrí hacia el carísimo espejo de pie, en la lujosa habitación. Ahora yo era aquel
niño.
Con el paso de los días, me di cuenta que lo que decía el búho era
verdad y vivido era incluso peor. No podía salir de mi casa, a menos que sea
acompañado de uno de mis guardias personales. Los demás niños de la ciudad me otorgaban
miradas de desprecio y no tenía ni siquiera un solo compañero con quien pasar
las interminables horas.
Cuando vivía junto a mi anterior familia, tenía amigos y gente que
me quería, pero ahora, esta era una vida vacía y solitaria, que ni siquiera
todos los juguetes del mundo podrían llenar. Ahora, veía a mis padres apenas
dos veces al mes, ellos me daban dinero cada semana para que me comprase lo que
quisiera, pero a cambio no los podía molestar con una sola palabra. Yo no lo gastaba,
ya había alcanzado mi objetivo.
De forma en que nadie pudiera darse cuenta, comencé a mandar cartas sin nada que delatase su origen o
remitente. De otro modo podría meterme en serios problemas, pero la principal razón no se trataba de otra sino que esto me era
prohibido por el búho, ya no podía estar en contacto con mi anterior familia. Los
sobres, los cuales contenían todo el dinero que yo conseguía, eran enviados
cada semana a la casa en la que solía vivir, antes de cambiar lugares con el
niño.
De esta forma lograría ayudar a mi pobre anterior familia, sobre
todo a mi hermana, quien necesitaba urgentemente un médico, pero no había dinero
para pagar tan alto precio. Con cuatro de mis pagas, ahora ellos podrían vivir
dos e incluso tres meses sin problemas. El búho me comunicaba que ahora todo marchaba bien, el dinero sin duda los ayudó a curar a mi hermana y lograr una mejor vida. Con esto, ya había logrado lo que me había propuesto.
Los años pasaron. Llegó un momento, en que comencé a sentir como si siempre hubiese vivido en esta lujosa pero solitaria mansión.
Los años pasaron. Llegó un momento, en que comencé a sentir como si siempre hubiese vivido en esta lujosa pero solitaria mansión.
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